viernes, 6 de febrero de 2009

Anatomía de un gadget educativo: Livescribe smart pen

De entrada, el aparatico descresta. Cuando ese bolígrafo gordo, de apariencia normal, hace un punto sobre el papel y oyes un click de ratón de computadora no puedes evitar soltar un "¡Ahhhh?" seguido de un "... tan bonito... ¿y de qué se trata?"


Cuando averiguas, la cosa mejora: es un bolígrafo con grabadora de sonidos y cámara, que tiene la particular característica de registrar en video todo lo que escribes mientras graba todo lo que oyes. De esa manera, y usándolo adecuadamente puedes tener diferentes secciones (o marcadores) en tus apuntes escritos que llevan directamente a la porción de audio relacionada con lo que se escribió, en cualquier momento. Por supuesto, tus apuntes también quedan filmados, así que sin mayor esfuerzo tienes tu cuaderno "virtual"por capítulos de audio. Así pues, como lo prometen sus creadores, "you never miss a word"(nunca te pierdes ni una palabra).
¿Buenísimo, no? Una fantasía geek.... tecnologías de punta existentes ensambladas de una forma inteligente para solucionar el problema de tomar notas. Además del papel "inteligente", que resulta, a todas luces, maravilloso.

Sin embargo... pensándolo mejor... ¿quién quiere tener tantos archivos de audio? ¿Quién realmente va a repasar todas (o siquiera una parte) de esas lecciones?

Como muchos habrán tenido la experiencia, el punto importante de una cámara de video en un paseo turístico NO ES filmarlo todo... sino saber qué filmar. Y aún así, editar después lo filmado. ¿Quién no se ha aburrido con esos largos videos de esa puesta de sol que tanto te impresionó? ¿Cuántos videos de paseos están sin ver por lo laaargooos?? Para tener un video realmente divertido, hace falta el trabajo de un editor profesional, el cual remplazamos de carrera usando las funciones de adelantar y atrasar del reproductor. Igual va a pasar con esos archivos de audio.

Un punto importante del aprendizaje es la labor de síntesis o resumen, la labor de editor. Eso es lo que pretendemos cuando tomamos nota. En su sano orden, uno se empapa del tema de la conferencia o clase primero (y hace elaboraciones sobre ello), luego asiste a la clase y toma notas sobre aquello que llama la atención, complementa o contrasta lo que ya se sabe y luego vuelve sobre su material, ampliándolo con nuevas fuentes si se quiere, y reelaborándolo o aplicándolo a nuevos casos. El gadget crea la ilusión de que facilitará nuestro aprendizaje, cuando puede fácilmente dificultarlo, haciéndonos ecuchar de nuevo una clase ya oída (o sus fragmentos), sin ningún trabajo de parte del oyente.

¿Y qué decir del tiempo invertido en esas reproducciones? Otra paradoja de la vida moderna que el gadget refleja es la de la escasez de tiempo versus la cantidad de información. Con el poco tiempo disponible, ¿vale la pena escucharlo todo de nuevo?.. y si no es así, ¿para qué grabarlo? Menos gigas en el disco duro y la común sensación, con un poco de sentimiento de culpa, de que algún día vas a escuchar esos archivos...¿suena conocido?

Creo que este gadget puede servir más como almacenador de la evidencia (cuando quieres probarle a alguien que dijo algo) que como amplificador del aprendizaje, por lo que yo lo clasificaría como gadget de espionaje y no como gadget de estudiante. El peligro para los profesores descuidados es que ya no va a ser posible alegar que fueron los estudiantes los que escucharon mal....

POr supuesto, si lo quieres comprar, está disponible en Amazon y ésta es la página oficial. Puede valer alrededor de 150 dólares.